lunes, 1 de julio de 2013

Terrible

PICASSO contempla el retrato de Gertrude Stein.

PICASSO
¿Que no se parece? ¿Que no se parece? ¿Que no se parece a Gertrude Stein?
(Pausa.)
Puede ser. Sí, sí, es posible. Pero no pasa nada, porque ya se parecerá.

PICASSO queda pensativo y silencioso. De repente, abandona el escenario y vuelve con un periódico actual.

PICASSO
Ayer salió una crítica. Una crítica de la obra.
(Señala el cuadro.)
No esta obra, sino ésta.
(Abarca con un gesto todo el escenario.)
Ésta.
(Lee:)
“Vaya por delante que El extraño caso de Pablo Ruiz Picasso no es una obra complaciente, sino todo lo contrario: se trata de un texto incómodo y, qué duda cabe, de la creación más audaz y transgresora de un autor iconoclasta que se ha ganado a pulso el apelativo de enfant terrible bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla un montaje nada convencional que a lo largo de dos horas socava los pilares de la cultura occidental, en una espiral de sexo desenfrenado y violencia sin cuartel que lo convierten en una auténtica gamberrada.”
(Repite:)
“Una auténtica gamberrada.”
(Pausa.)
Me gusta la crítica. Es la mejor crítica que me han hecho nunca. Es una crítica tan jodidamente buena que no me la merezco. En serio, no me la merezco. Ni yo ni el público. Querido público, no os merecéis esta crítica. Porque leéis lo de “auténtica gamberrada” y ya venís al teatro predispuestos. ¿Y con qué os tropezáis? Con una obra de teatro. Una obra con sus personajes, sus actos, sus escenas. Me he saltado unas convenciones, es cierto, pero lo he hecho a conciencia. Por ejemplo, el protagonista clava un clavo en la primera escena, un clavo que estará presente durante toda la obra y nadie, en ningún momento, colgará nada de él. Ni un cuadro. Lo he hecho a propósito. Nada en esta obra es gratuito, ni siquiera la violencia. Y esto el público lo debe ver. Debe ver que, pese a su falta de convencionalidad, es una obra de teatro como otra cualquiera. Tal vez sea la mejor obra que ha visto nunca, pero no deja de ser eso: teatro. Y si han venido buscando lo que cuenta la crítica, sin duda se van a sentir defraudados. Porque esto no es una “auténtica gamberrada”.
(Pausa.)
Pero no pasa nada, eh. ¿Que la obra descrita en la crítica no se parece a la obra real? No pasa nada. Ya se parecerá.
(Sonríe.)
¿Querían una gamberrada? ¿Querían una auténtica gamberrada?

PICASSO se lleva las manos a los bolsillos y saca sendos puñados de bombas fétidas. Las arroja a la platea, de una en una, mientras suena “Petit enfant terrible”, de La Banda Municipal del Polo Norte.

OSCURO.

viernes, 21 de junio de 2013

Respetable

A y B, lanzando miradas fugaces al público.

A
Vuélvemelo a explicar, porque sigo sin entenderlo.

B
¿Qué es lo que no entiendes?

A
Nada. No entiendo nada. ¿Cómo es posible…? ¿Cómo has podido…? ¡¿Cómo?!

B
Yo tampoco lo entiendo.
(Pausa.)
Estaba hablando contigo… Esto no hace falta que te lo explique. Lo has visto. Me estabas escuchando.

A
Sí.

B
Estaba hablando contigo y, de repente, no me preguntes por qué, de repente no he podido… no he podido seguir mirándote a los ojos. De pronto he sentido la necesidad de mirar hacia otra parte, hacia…

B señala al público.

A
¿Y por qué hacia allá? ¿Por qué no hacia ahí, hacia la tele? ¿O hacia el sofá? Dime, Bruce, ¿por qué de todos los sitios hacia donde podías haber dirigido tu mirada has tenido que escoger aquél?

B
Ya te he dicho que…

A
Y has hablado.

B
Claro que he hablado. ¿Qué querías que hiciera? No me podía quedar callado. Tenía… tenía que soltar todo lo que llevaba dentro. Y no por mí, eh. O no… no sólo por mí. Lo he hecho por ellos. Se merecían una explicación. Por ellos y por nosotros. Por nuestra historia.

A
Nuestra historia.

B
Sí, nuestra historia. Se estaba volviendo cada vez más compleja y… y… no se entendía. Tienes que entenderlo.

A
No hay nada que entender.

B
No, claro, porque tú ya lo entiendes. Y yo. Pero ellos… Por una vez podrías pensar en ellos, ¿no te parece?

A
Así que lo has hecho por ellos.

B
Sí, lo he hecho por ellos.

A
Por ellos.
(Pausa.)
Joder, Bruce, no me esperaba esto de ti. En serio, te tenía por una persona más centrada, más… más equilibrada. Jamás me habría imaginado que el eminente y respetable doctor Bruce Banner fuera capaz de romper la cuarta pared.
(Pausa.)
Esto es increíble.

OSCURO.

jueves, 20 de junio de 2013

Deus ex machina

En una oficina. OFICINISTA HEMBRA está jugando con el ordenador. Entra OFICINISTA MACHO.

OFICINISTA MACHO
¿Tienes 25 céntimos?

OFICINISTA HEMBRA
¿Sabes que no es bueno tomar tantos cafés?

OFICINISTA MACHO
No, no, no es para un café. Es… ¿Me los prestas? Esta tarde te los devuelvo.

OFICINISTA HEMBRA
¿Para qué los quieres? Si no es para un café…

Pausa.

OFICINISTA MACHO
Dios.

OFICINISTA HEMBRA
¿Dios?

OFICINISTA MACHO
Dios. Lo acabo de ver.

OFICINISTA HEMBRA
¿Acabas de ver a Dios? ¿Dónde?
(Burlona.)
¿En la máquina de café?

OFICINISTA MACHO
No. No lo he visto en la máquina de café.
(Pausa.)
Lo he visto en la máquina de los refrescos.

OFICINISTA HEMBRA
Me estás vacilando.

OFICINISTA MACHO
No, en serio. Lo he visto. Entre las Coca-Colas y los Aquarius.

OFICINISTA HEMBRA
¿Dios por 25 céntimos?

OFICINISTA MACHO
80. 80 céntimos. Tengo 55 pero me falta el resto.

OFICINISTA HEMBRA
¿Y qué vas a hacer con Dios? ¿Bebértelo?

OFICINISTA MACHO
¡¡¿Pero-pero-pero-pero tú estás loca?!! ¿Cómo me voy a beber a Dios, por el amor de Dios?

OFICINISTA HEMBRA
Entonces…

OFICINISTA MACHO
Le haré un altar. En la nevera. El altar será la nevera. Tendré que hacer un poco de sitio, porque no se puede tener a Dios rodeado de natillas Danone. Tal vez deje de comprar muchas cosas superfluas. Sí, ¿sabes qué? Me convertiré en un asceta.

OFICINISTA HEMBRA
¿Hasta cuándo?

OFICINISTA MACHO
¿Hasta cuándo seré un asceta?

OFICINISTA HEMBRA
Hasta cuándo tendrás a Dios en la nevera.

OFICINISTA MACHO
Hasta siempre. Y cuando me muera, lo heredarán mis hijos.

OFICINISTA HEMBRA
¿Y si no tienes hijos? Los ascetas no se caracterizan por tener mucha vida social.

OFICINISTA MACHO
Lo heredarás tú.

OFICINISTA HEMBRA
No, no, no… Creo que ya había quedado bien claro: tú eres un pagafantas, y punto.

OFICINISTA MACHO
Por una Fanta que pagué, pagafantas me llamaron. Además, te la pagué porque no tenías cambio.

OFICINISTA HEMBRA coge el monedero y saca 25 céntimos. Se los da.

OFICINISTA HEMBRA
¿Y qué vas a hacer cuando caduque?

OFICINISTA MACHO
¿Cuando caduque la Fanta?

OFICINISTA HEMBRA
Cuando caduque Dios. ¿Lo seguirás teniendo en la nevera?

Pausa.

OFICINISTA MACHO
¿Sabes qué? Me parece que me lo voy a beber.

OSCURO.

miércoles, 19 de junio de 2013

Off

VOZ EN OFF
La función está a punto de empezar. Rogamos apaguen los teléfonos móviles y demás dispositivos electrónicos.

ACTOR
(Afuera.)
¡¡¡Y una mieeeeeeerda!!!

Entra ACTOR, fuera de sí.

ACTOR
¡¡¡Una mierda como un piano de cola así de grande!!!
(Pausa.)
Soy actor. Necesito el móvil para la función. Lo necesito encendido. Forma parte de la trama. En el segundo acto, estoy hablando con el asesino de mi padre, aunque no sé que es el asesino, cuando recibo una llamada. Una llamada al móvil. Porque está encendido. Lo necesito encendido. Por el bien de la función, tiene que estar encendido. Si no está encendido no me pueden llamar y yo no descubro que el asesino de mi padre es la persona con la que estoy hablando. No con la que estoy hablando por teléfono, sino la persona con la que he estado hablando antes de que sonara el teléfono, y con la que seguiré hablando después de colgar el teléfono mientras empiezo a maquinar mi venganza. Y eso sólo lo puedo hacer si tengo el móvil encendido. Ahora me dirán que, para el caso, también sirve un móvil apagado. Que la llamada puede ser un efecto de sonido, un… ¿cómo se llama? Un track. Un track de sonido. Que sólo lo tiene que pinchar el… éste… el técnico, igual que pincha las músicas. Pero no, no puede ser. Porque no hay técnico. Hay, sí que hay técnico, pero es un inútil. Las llamadas pregrabadas no son naturales. Hay que ser un buen técnico para hacer que suene un politono pregrabado y conseguir que el público no desconecte de la historia. Y este técnico, la verdad sea dicha, no lo es. No es un buen técnico. Ni falta que le hace, eh. Porque esta obra se sustenta en el texto y en el trabajo de los actores. ¿Qué digo, en el texto? Esta obra se sustenta en el trabajo de los actores. Es lo único importante: los actores, y que uno de ellos tenga el móvil encendido. Lo necesito. Necesito el móvil. Es mi derecho, mi derecho como actor. Ahora parece que los actores no tenemos derechos. Pero lo del móvil es inalienable. Y no lo digo yo, eh. Lo dice el convenio. El convenio o el contrato. No sé, en algún sitio tiene que estar. Que no lo haya leído yo no quiere decir que no esté. Porque soy actor, y ya tengo que leer muchas mierdas por exigencias del guión. Ni os imagináis las menciones de Twitter que me llegan todos los días. Por eso no me leo todos los contratos. De eso se encarga mi representante. Ella debe saber eso de los móviles. La voy a llamar.
(Rebusca en los bolsillos.)
Tiene que estar en algún sitio… ¿Alguien me puede hacer una perdida? Por favor. Que alguien me llame. Es el 666 xxx xxx.
(Espera. Mira al patio de butacas.)
¿Dónde está el público?

OSCURO.